Reflexión Sobre el Pedido de Jesús de Arrepentirnos

Cartas desde Cambridge #2

Como parte de mi sabático en Cambridge, Inglaterra, estoy trabajando en un libro con el título tentativo de Lo que Jesús pide al Mundo. El pedido de arrepentirnos es lo más esencial del mensaje de Jesús. Es igualmente esencial, y casi sinónimo del mandato “Os es necesario nacer de nuevo” (Juan 3:7). Algo que me ocupa en este momento es demostrar que el arrepentimiento en el mensaje de Jesús no se trata de un cambio en el comportamiento, sino de un cambio interno que da lugar a un nuevo comportamiento centrado en Dios y exaltador de Cristo. A continuación algunas ideas que ayudarán a aclarar el significado del arrepentimiento.

Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 4:17)

No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento. (Lucas 5:32)

Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación, y la condenarán; porque ellos se arrepintieron a la predicación de Jonás, y he aquí más que Jonás en este lugar. (Mateo 12:41)

Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente. (Lucas 13:3, 5)

El primer pedido del ministerio público de Jesús fue, “Arrepentíos.” El dio este mandato indiscriminadamente a todos quienes le escucharan. Es un llamado a un cambio interior radical hacia Dios y el hombre. Dos cosas nos muestran que el arrepentimiento es un cambio interno de la mente y del corazón, más que el simple dolor por el pecado o el simple perfeccionamiento del comportamiento. Antes que nada, el significado de la palabra griega (metanoeo), en español “arrepentíos”, apunta en esta dirección. Está formada de dos partes: meta y noeo. La segunda parte (noeo) se refiere a la mente y sus pensamientos, percepciones, disposiciones y propósitos. La primera parte (meta) es un prefijo que generalmente significa movimiento o cambio. Así, el significado básico del arrepentimiento es el experimentar un cambio de las percepciones, disposiciones y propósitos de la mente.

Otro factor que apunta a este significado de arrepentimiento es la forma en que Lucas 3:8 describe la relación entre el arrepentimiento y el nuevo comportamiento. Dice así, “Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento.” Y luego da algunos ejemplos de los frutos: “Y respondiendo, les dijo: El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene; y el que tiene qué comer, haga lo mismo.” (Lucas 3:11). Esto significa que el arrepentimiento es lo que sucede dentro de nosotros que da fruto a un nuevo comportamiento. El arrepentimiento no son los nuevos actos, sino el cambio interno que da como fruto actos nuevos. Jesús pide que vivamos este cambio interno.

Porqué? Su respuesta es que somos pecadores. “No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.” (Lucas 5:32). Cómo veía Jesús el pecado? En la parábola del hijo pródigo, Jesús describe el pecado del hijo así: “y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente… [y] consumiendo [sus bienes] con prostitutas” (Lucas 15:13, 30). Pero cuando el hijo pródigo se arrepiente dice, “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. No soy digno de ser llamado tu hijo.” Es decir que desperdiciar tu vida viviéndola perdidamente y con prostitutas no solo lastima a los humanos; también es una ofensa contra el cielo—es decir, contra Dios. Esta es la naturaleza esencial del pecado. Es una agresión a Dios.

Vemos esto de nuevo en la forma en que Jesús enseñó a sus discípulos a orar. Les dijo que recen así: “Perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden” (Lucas 11:4). En otras palabras, los pecados que Dios perdona se comparan con los que otras personas cometen contra nosotros, y éstos se llaman deudas. Así, Jesús veía el pecado como algo que deshonra a Dios y nos pone en deuda para restaurar el honor divino que hemos difamado con nuestro comportamiento o actitudes, desvalorando a Dios. Esta deuda es pagada por el mismo Jesús. “El hijo del hombre vino. . . para dar su vida en rescate por muchos.” (Marcos 10:45). Pero para que podamos disfrutar de este regalo debemos arrepentirnos.

Arrepentirse significa experimentar un cambio de mente que nos haga ver a Dios como verdadero y hermoso, y digno de toda nuestra alabanza y obediencia. Este cambio de mente abarca igualmente a Jesús. Sabemos esto porque Jesús dijo, “Si Dios fuese vuestro Padre, me amaríais, porque yo vengo de Dios.” Ver a Dios con una nueva mentalidad incluye ver a Jesús con una nueva mentalidad.

Nadie está excluido del pedido que Jesús hace de arrepentirse. El lo dijo bien claro cuando un grupo de gente vino a él con la noticia de dos calamidades. Gente inocente había muerto en la masacre de Pilatos y en la caída de la torre de Siloé (Lucas 13:1-4). Jesús aprovechó la ocasión para advertir a quienes traían la noticia: “Antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente” (Lucas 13:5). En otras palabras, no pienses que las calamidades significan que algunas personas son pecadoras y necesitan arrepentirse y otras no. Todos necesitan arrepentimiento. Al igual que todos necesitan nacer de nuevo porque “Lo que es nacido de la carne, carne es.” (Juan 3:6), así, todos deben arrepentirse porque todos son pecadores.

Cuando Jesús dijo, “No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento” (Lucas 5:32), no quiso decir que algunas personas son tan buenas que no necesitan arrepentirse. Quiso decir que algunas personas piensan que lo son (Lucas 18:9), y otros ya se han arrepentido y han aclarado las cosas con Dios. Por ejemplo, el deseo del joven rico “por justificarse” (Lucas 10:29) mientras “el cobrador de impuestos. . . se golpea el pecho, diciendo, ‘Dios, ten piedad de mi, soy pecador!’ [y] se fue a su casa justificado [por Dios!]” (Lucas 18:13-14).

Así, nadie está excluido. Todos necesitamos arrepentirnos. Y la necesidad es urgente. Jesús dijo, “Antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente.” Qué quiso decir con pereceréis? Quiso decir que el juicio final de Dios caerá sobre aquellos que no se arrepientan. “Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación, y la condenarán; porque ellos se arrepintieron a la predicación de Jonás, y he aquí más que Jonás en este lugar” (Mateo 12:41). Jesús, el Hijo de Dios, está advirtiendo a la gente sobre el juicio que vendrá, y ofrece liberarnos de él si nos arrepentimos. De lo contrario, Jesús tiene tres palabras para nosotros, “Ay de ti!” (Mateo 11:21).

Es por esto que su pedido de arrepentimiento es parte del mensaje central que dice que el Reino de Dios está cerca. “El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio.” (Marcos 1:15). El Evangelio—la buena nueva—es que la ley de Dios ha llegado en Jesús para salvar a los pecadores antes de su segunda venida en el día del juicio. De manera que el pedido de arrepentirnos se basa en la oferta de la gracia para perdonar, y en la advertencia de que un día aquellos que rechazan la oferta perecerán en el juicio de Dios.

Después de resucitar de entre los muertos, Jesús se aseguró de que sus apóstoles continuaran con su llamado al arrepentimiento en todo el mundo. El dijo, “Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día, y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén” (Lucas 24:46-47). De manera que el pedido de Jesús de arrepentirnos llega a todas las naciones. Llega a nosotros, quienquiera que seamos, y donde quiera que estemos, y nos reclama. Este es el pedido de Jesús para todas las almas: arrepentíos. Tengan un cambio interno profundo. Remplacen todas las percepciones, disposiciones y propósitos que deshonran a Dios, que subestiman a Cristo, por unas que atesoren a Dios y exalten a Cristo.

Por Cristo y su renio,

Pastor John

Más recursos: GospelTranslations.org.
By John Piper. © Desiring God. Website: desiringGod.org.

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