Archive for December, 2008

Cinco Pasos Fáciles

Friday, December 26th, 2008

A principios de esta semana hablé con un amigo cercano que recientemente había atravesado un periodo lleno de decepciones personales, desalientos, injusticias e incluso falsos rumores acerca de su carácter y su servicio cristiano. Su respuesta me conmovió y me impresionó. “Mi gran consuelo es simplemente este”, dijo, “gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento” (1 Tim. 6:6).”

Esta reacción ante la adversidad (que es el contexto en que el contentamiento cristiano es probado y también es manifestado) nunca es el resultado de una decisión momentánea de la voluntad, tampoco se produce simplemente por tener un plan de manejo del tiempo y de la vida bien ordenado y bien pensado para protegernos contra los giros de la divina providencia. Significa estar contento con la voluntad del Señor en cada aspecto de Su providencia. Es, por tanto, una cuestión de lo que somos, de nuestro mismo ser; y no puede ser logrado simplemente por más hacer.

Ser y Hacer

El contentamiento es una gracia poco valorada. Al igual que en el siglo diecisiete cuando Jeremiah Burroughs escribió su gran obra sobre este tema, hoy en día sigue siendo “Una Joya Rara”. Si se la pudiera producir por medios predeterminados (“Cinco pasos para lograr el contentamiento en un mes”), sería muy común. Sin embargo, los cristianos debemos descubrir el contentamiento a la manera antigua: debemos aprenderlo.

Por lo tanto, no podemos “hacer” el contentamiento. Este es enseñado por Dios; nosotros somos instruidos en el. Este es parte del proceso de transformación por medio de la renovación de nuestras mentes (Rom. 12:1–2). Este nos es encomendado, pero paradójicamente, es hecho a nosotros, y no por nosotros. No es el resultado de una serie de acciones, sino de un carácter renovado y transformado. Solo buenos árboles dan buenos frutos.

Pocos principios parecen ser más difíciles de comprender para los cristianos de hoy. Direcciones claras para la vida cristiana son esenciales para nosotros. Pero lamentablemente, mucha de la enseñanza altamente programática actual pone tanta importancia en el hacer y lograr externamente, que se menosprecia el desarrollo del carácter. Los cristianos en los Estados Unidos especialmente deben reconocer que viven en la sociedad más pragmática del mundo (si alguien puede “hacerlo”, nosotros podemos). Es doloroso para el orgullo descubrir que la vida cristiana no se basa en lo que podemos hacer, sino en lo que necesitamos que nos sea hecho.

Hace algunos años tuve un encuentro algo doloroso con la mentalidad del “dinos qué hacer y lo haremos”. A la mitad de la conferencia de estudiantes cristianos, fui llamado a una reunión con una delegación de miembros del personal que sintió que era su deber confrontarme por la insuficiencia de mis dos exposiciones sobre las Escrituras. El tema era Conociendo a Cristo. “Usted nos ha hablado durante dos horas”, se quejaron, “y todavía no nos ha dicho una sola cosa que podamos hacer.” La impaciencia por hacer escondía impaciencia al principio apostólico que es solo en conocer a Cristo que nosotros podemos hacer todas las cosas (cf. Fil. 3:10; 4:13).

¿Cómo se aplica esto al contentamiento, el tema principal de este mes en Tabletalk (“Conversaciones de Sobremesa”)?

El contentamiento cristiano significa que mi satisfacción es independiente de mis circunstancias. Cuando Pablo habla sobre su propio contentamiento en Filipenses 4:11, él usa un término común entre las escuelas antiguas de filosofía Griega de los Estoicos y los Cínicos. En su vocabulario, contentamiento significaba autosuficiencia, en el sentido de independencia de las circunstancias cambiantes.

Pero para Pablo, el contentamiento se basa, no en autosuficiencia, sino en la suficiencia de Cristo (Fil. 4:13). Pablo dijo que lo podía todo—tanto ser rebajado como ser prosperado—en Cristo. No pases por alto esta última frase. Es precisamente esta unión con Cristo y el descubrir Su capacidad la que no podemos activar con una decisión del momento. Es el fruto de una relación continua, íntima, profundamente desarrollada con Él.

Usando los términos de Pablo, el contentamiento es algo que debemos aprender. Y este es el meollo del asunto: ¿cómo aprendemos a estar contentos? Debemos inscribirnos en la escuela divina, en la que somos instruidos mediante la enseñanza bíblica y experiencia providencial.

Un buen ejemplo de las lecciones de esta escuela se encuentra en el Salmo 131.

Un Ejemplo Bíblico

En el Salmo 131, el Rey David nos da una vívida descripción de lo que significa para él aprender sobre el contentamiento. Relata su experiencia en los términos de un niño que está siendo destetado y comenzando a ingerir comida sólida: “Sino que he calmado y acallado mi alma; como niño destetado en el regazo de su madre, como niño destetado reposa en mí mi alma. (Salmos 131:2).

Imagínate la escena y escucha los sonidos. Será más vivido si recuerdas que en los tiempos del Antiguo Testamento ¡el destete no se daba sino hasta que el niño cumplía tres o cuatro años! Es bastante difícil para una madre sobrellevar el llanto de frustración de un niño, su rechazo hacia la comida sólida, y la lucha de voluntades durante el proceso de destete. ¡Imagínate luchando con un niño de cuatro años! Así fue la lucha que David tuvo antes de aprender lo que era el contentamiento.

Dos Grandes Problemas

¿Pero de qué se trataba esta lucha? Nuevamente David nos ayuda, sugiriendo los dos grandes asuntos que debían ser calmados en su vida.

“Señor, mi corazón no es soberbio, ni mis ojos altivos (Salmos 131:1). Él no quiere decir que la ambición en sí es necesariamente mala. Después de todo, él mismo había sido separado para el trono (1 Sam. 16:12–13), pero tenía una mayor ambición: confiar en la sabia provisión, lugar, y tiempo de Dios.

Recuerda las ocasiones en que pudo haber tomado la posición y poder, por medios que habrían comprometido su compromiso con el Señor. Primero, Saúl llegó a la misma cueva en donde David y sus hombres se estaban escondiendo (1 Sam. 24:6). Después, David y Abisai se acercaron sigilosamente a la tienda de Saúl y lo encontraron dormido (1 Sam. 26:9–11). Pero mientras esto sucedía, él se sentía contento viviendo de acuerdo con la palabra de Dios, y esperando pacientemente el tiempo de Dios.

El contentamiento cristiano es, entonces, el fruto de no tener una ambición más grande que pertenecer al Señor y estar totalmente a su disposición, en el lugar que Él indique, en el momento que Él escoja, con la provisión que Él quiera hacer.

Fue entonces, con sabiduría madura, que el joven Robert Murray M‘Cheyne escribió, “Siempre ha sido mi ambición no tener planes para mi mismo”. “¡Qué inusual!” decimos. Si, pero lo que la gente notó en M‘Cheyne es que lo inusual no fue lo que él hizo o dijo- sino lo que él era y su manera de serlo. Eso, en cambio, es el resultado de estar contento con una ambición motivadora: “quiero conocer a Cristo” (Fil. 3:10). No es accidente que, cuando hacemos de Cristo nuestra ambición, descubrir que Él se vuelve suficiente para nosotros y aprendemos a estar satisfechos en toda y cada una de las circunstancias.

“No ando tras las grandezas, ni en cosas demasiado difíciles para mí;”. (Salmos 131:1). El contentamiento es el fruto de una mente que comprende sus limitaciones.

David no se permitió estar preocupado por lo que a Dios no le había placido darle, tampoco permitió que su mente se concentre en las cosas que Dios no quería explicarle.

Tales preocupaciones sofocan el contentamiento. Si insisto en saber exactamente lo que Dios está haciendo en mis circunstancias y lo que Él planea hacer con mi futuro, si yo exijo comprender cuáles fueron Sus caminos para mí en el pasado, nunca podré estar contento, completamente, hasta que yo mismo me haya vuelto igual a Dios. Cuán lentos somos para reconocer en estas sutiles tentaciones mentales los ecos de la serpiente del Edén susurrando, “Expresa tu descontento con los caminos de Dios, con las palabras de Dios, con la provisión de Dios.”

En nuestra tradición Agustina frecuentemente se ha dicho que el pecado original fue la superbia, el orgullo. Pero era más complejo que eso; incluía descontento. Cuando vemos las cosas a esa luz, reconocemos qué cosa tan impía un es espíritu descontento.

Mantén estos dos principios en mente y no serás atrapado tan fácilmente por este remolino mundano del descontento. Vuelve a la escuela en la que progresaras en el camino de ser cristiano. Estudia tus lecciones, resuelve el tema de la ambición, haz a Cristo tu preocupación, y aprenderás a gozar los privilegios de estar realmente contento.

Más recursos: GospelTranslations.org.
By Sinclair Ferguson. © Ligonier Ministries. Website: Ligonier.org.

Sustentados por Gracia Soberana – Para Siempre

Friday, December 19th, 2008

Jeremías 32:36-41

Y con todo, ahora así dice Jehová Dios de Israel a esta ciudad, de la cual decís vosotros: “Entregada será en mano del rey de Babilonia a espada, a hambre y a pestilencia,” 37 “He aquí que yo los reuniré de las tierras a las cuales los eché con mi furor, y con mi enojo e indignación grande; y los haré volver a este lugar, y los haré habitar seguramente. 38 y me serán por pueblo, y yo seré a ellos por Dios; 39 Y les daré un corazón, y un camino, para que me teman perpetuamente, para que tengan bien ellos, y sus hijos después de ellos. 40 Y haré con ellos pacto eterno, que no me volverá atrás de hacerles bien, y pondré mi temor en el corazón de ellos, para que no se aparten de mí. 41 Y me alegraré con ellos haciéndoles bien, y los plantaré en esta tierra en verdad, de todo mi corazón y de toda mi alma.” 42 Porque así ha dicho Jehová: “Como traje sobre este pueblo todo este gran mal, así traeré sobre ellos todo el bien que acerca de ellos hablo.”

¿Qué es Gracia Sustentadora?

Estamos celebrando 125 años de gracia sustentadora de Dios. ¿Qué es eso? ¿Qué es gracia sustentadora? Permítanme ponerlo en una rima de cuatro líneas:

No la gracia para vedar lo que no es alegría,
Ni huir de la angustia, más bien diría:
La gracia que ordena nuestro problema y nuestro penar,
Y luego, en la oscuridad, está ahí para sustentar.

Enfatizo esto porque el celebrar una gracia que veta lo que no es dicha, y da un escape de toda angustia y no ordena nuestro dolor, sería bíblicamente falso y empíricamente irreal.

. . . En una Colisión Casi Fatal

Nuestra experiencia y la Biblia nos enseñan que la gracia no impide el dolor, sino que ordena, acomoda y mide nuestro dolor, y luego en la oscuridad está ahí para sustentar. Por ejemplo ayer, Bob Ricker, el presidente de la Conferencia General Bautista, habló de preciosos recordatorios de la gracia sustentadora de Dios. No hace ni diez años que la hija de Bob y de Dee estuvo en un accidente grave automovilístico. Ella está viva hoy día por una razón. En el carro detrás de ella estaba un doctor quien casualmente tenía un tubo de aire en su bolsa. Cuando llegó con ella ya se estaba poniendo azul. Él forzó el tubo dentro de su garganta y le salvó la vida. En su boda unos años después, Bob le dijo: esas cicatrices faciales con las que tienes que vivir – son recuerdos de la gracia sustentadora.

Pero Bob Ricker no es ingenuo. Él sabe que si Dios puede ordenar que en el carro de atrás haya un doctor, y que éste doctor tenga un aparato respiratorio en su bolsa, y que tenga la mente dispuesta para usarla en forma salvadora, entonces éste Dios es completamente capaz de impedir el accidente en primer lugar. De hecho, antes Bob había citado Efesios 1:11, “Habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad.” Y enfatizó: “Todas las cosas, significa todas las cosas”—incluyendo, supongo, las rutas de los carros y aviones y de las flechas y balas. Eso fue la inspiración para mi pequeño poema, “¿Qué es Gracia Sustentadora?”

No la gracia para vedar lo que no es alegría, Ni huir de la angustia, más bien diría: La gracia que ordena nuestro problema y nuestro penar,Y luego, en la oscuridad, está ahí para sustentar.

. . . Cuando el Carro se Descompone

El sábado, hace dos semanas, Noel y Abraham y Barnabas y Talitha viajaban a Georgia en el carro y se descompuso en un tramo solitario a casi una hora al sur de Indianápolis. El radiador estaba arruinado. Un campesino de más de sesenta años se detiene y les ofrece ayuda. Noel dice que ella supone que necesitan un motel y espera que el lunes por la mañana pueda haber un taller abierto para trabajar en el carro. El campesino dice, “¿Les gustaría quedarse conmigo y con mi esposa?” Noel vacila y no los quiere molestar. Él dice, “El Señor dijo que cuando servimos a otros, es como servirle a él.” Ella dice, “Bueno, ¿podríamos ir a la iglesia con usted en la mañana?” El dice, “Si pueden aceptar una iglesia Bautista.”

Así que ellos se quedan con el campesino, quien también es un mecánico de aviación, y diagnostica el problema, va al pueblo el lunes en la mañana, compra un radiador nuevo, regresa, lo instala sin costo, y manda a la familia en su camino. Mientras tanto Barnabas ha sacado su caña de pescar del carro y atrapa un bagre de diecinueve pulgadas—como el toque final.

El Dios que puede hacer que un campesino se detenga para ayudar a Noel y se encarga de que sea un Cristiano (¡incluso un Bautista!), y que él y su esposa tengan espacio para que la familia se quede, y que es un mecánico, y que encuentra el radiador a primera hora el lunes por la mañana, y que está dispuesto a tomar el tiempo, y que tiene un estanque con bagres—éste Dios es perfectamente capaz de evitar que el radiador explote en medio de Indiana.

. . . Cuando La Sanidad No Sucede

Pero en este mundo caído de futilidad eso no es todo lo que la gracia sustentadora hace.

No la gracia para vedar lo que no es alegría, Ni huir de la angustia, más bien diría: La gracia que ordena nuestro problema y nuestro penar, Y luego, en la oscuridad, está ahí para sustentar.

Uno de los jóvenes en nuestra iglesia está pasando por grandes problemas en este momento que están probando su fe casi al límite. Recientemente me dijo: sería más fácil si Jesús no hubiera sanado y en su lugar hubiera dado gracia para soportar la ausencia de la sanidad. Una de las cosas que le dije fue esto: Eso es exactamente lo que Jesús hizo—y por esa misma razón—en 2 de Corintios 12:9-10. La gracia de Dios manda que Pablo tenga un aguijón en la carne para bien de su humildad y después no lo quitará en respuesta a la oración. Sino que él dice,

Bástate mi gracia [sustentadora], porque mi poder se perfecciona en la debilidad.

A lo que Pablo contesta,

Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el amor. 10 Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.

No la gracia para vedar lo que no es alegría,
Ni huir de la angustia, más bien diría:
La gracia que ordena nuestro problema y nuestro penar,
Y luego, en la oscuridad, está ahí para sustentar.

. . . Cuando la Iglesia se Incendia

El Lunes, 16 de Marzo de 1885, cuando la Iglesia Bautista Belén tenía 14 años y estaba ubicada en la esquina de la Avenida 12 y Calle 6 (donde ahora se encuentra la Compañía Douglas), la iglesia se incendió. Se arruinó hasta no poderse reparar. Pero en esa oscuridad hubo una maravilla de la gracia de Dios. La parte del techo donde los bomberos se pararon fue la única parte que no se cayó. Y dentro de siete semanas la iglesia había comprado el edificio de la Segunda Iglesia de Congregación donde adoramos durante 106 años hasta que este edificio fue terminado en 1991.

Ahora, el Dios que puede guardar a los bomberos al sostener parte de un techo debilitado, y que puede proveer un edificio nuevo y mejor en siete semanas, pudo haber impedido el fuego en primer lugar.

Espero que este punto esté claro: Estamos celebrando la gracia sustentadora.

La gracia que ordena nuestro problema y nuestro penar,
Y luego, en la oscuridad, está ahí para sustentar.

Dios no Siempre Retiene la Calamidad

Nuestro texto en Jeremías 32 es acerca de este tipo de gracia sustentadora, y tiene la clave de porque la Iglesia Bautista Belén está viva hoy día en la ciudad después de 125 años de pruebas. Jerusalén y el pueblo elegido de Dios están en oscuridad y angustia. Y es Dios quien lo ha dispuesto así. Vea el versículo 36: “Y con todo, ahora así dice JEHOVÁ Dios de Israel a esta ciudad, de la cual decís vosotros: ‘Entregada será en mano del rey de Babilonia a espada, a hambre y a pestilencia.’” Por eso es que dicen. Y es cierto. La gracia no les ha guardado de esta calamidad. Ni la gracia de Dios le guardará a usted de su calamidad señalada.

Pero lo que ellos Dios tiene la última palabra. Y es una palabra de gracia. Versículo 37: “He aquí que yo los reuniré de todas las tierras a las cuales los eché con mi furor, y con mi enojo e indignación grande; y los haré volver a este lugar, y los haré habitar seguros.” Así declara Dios que él ha mandado el problema y el dolor. “Yo los eché” a estas tierras extranjeras. Y él declara que él mismo los librará y los regresará a él y a su tierra. En otras palabras, la gracia soberana triunfará eventualmente sobre la calamidad.

¿Cómo Podemos Estar Seguros del Triunfo de la Gracia?

¿Cómo podemos estar seguros del triunfo de la gracia? Si Dios es un Dios de justicia que puede enviar a Israel a un exilio devastador donde muchos son perdidos por su pecado y desobediencia, entonces ¿cómo podemos tener la confianza que esto no le pasará ahora al pueblo escogido de Dios—la iglesia, la novia de Cristo, el Israel verdadero, usted y yo, que hemos sido llamados a la comunión de su Hijo? Es una cosa preguntar: ¿por qué ha prevalecido Belén durante 125 años? Pero una pregunta aun más urgente es: ¿cómo podemos estar seguros de que la gracia triunfará para Belén y en nuestras propias vidas en el futuro? ¿Cómo puede usted estar seguro de que la gracia le sostendrá hasta el final en la fe y santidad que lo trae salvo al cielo?

De eso se trata el resto de este texto. La respuesta es: la gracia para el pueblo elegido de Dios es gracia soberana. Es decir, la gracia sustentadora es gracia omnipotente. Es la gracia que vence todo obstáculo y conserva la fe y la santidad que nos llevan al hogar celestial. Esta es nuestra única confianza segura para el futuro. Usted y yo, en nuestro interior, somos absolutamente inconstantes e infieles. Si fuéramos dejados a nuestros propios poderes de perseverar, haríamos de nuestra fe un naufragio, es seguro. Es por esto que los santos han orado por siglos,

OH a la gracia cuan grande deudor
Diariamente estoy obligado a ser!
Que tu bondad como un grillete
Sujete mi errante corazón a ti:
Propenso a vagar, Dios lo siento,
Propenso a dejar al Dios que amo;
Aquí está mi corazón, OH, tómalo y séllalo;
Séllalo para tus atrios de arriba.

¿Es esa la forma en que los santos deberían orar? ¿Es esa la forma de orar por su futuro y por el de Belén? ¿Es esa una forma bíblica para orar? Haz tu bondad como un grillete—una cadena—que sujete mi errante corazón a ti. Sella mi corazón con un lazo irrompible para los atrios del cielo. En otras palabras: ¡Guárdame! ¡Consérvame! ¡Derrota toda rebelión que surja! ¡Vence toda duda insignificante! ¡Libera de toda tentación destructiva! ¡Anula todo encanto fatal! ¡Muestra toda decepción demoníaca! ¡Destruye todo argumento arrogante! ¡Fórmame! ¡Doblégame! ¡Sostenme! ¡Domíname! Haz lo que tengas que hacer para mantenerme confiando y teniendo temor de ti hasta que Jesús venga o nos llame. ¿Podemos—deberíamos—orar y cantar así?

La respuesta de este texto es sí. Esa clase de canto y oración está arraigada en la promesa del nuevo pacto de gracia soberana y sustentadora. Leámoslo. Tome en cuenta que: esta es una de varias promesas del Antiguo Testamento del nuevo pacto que Jesús dijo que él selló con su propia sangre para todos los que están en él. No es sólo para los Judíos, sino para los que son Judíos verdaderos en virtud de la unión con Jesús, la simiente de Abraham (Gálatas 3:7, 16). Jeremías 32:38-41 dice,

Y me serán por pueblo, y yo seré a ellos por Dios; 39 Y les daré un corazón, y un camino, para que me teman perpetuamente, para que tengan bien ellos, y sus hijos después de ellos. 40 Y haré con ellos pacto eterno, que no me volverá atrás de hacerles bien, y pondré mi temor en el corazón de ellos, para que no se aparten de mí. 41 Y me alegraré con ellos haciéndoles bien, y los plantaré en esta tierra en verdad, de todo mi corazón y de toda mi alma.

Cuatro Promesas de la Gracia Soberana y Sustentadora

Observe cuatro promesas de gracia soberana, sustentadora.

1. Dios Será Nuestro Dios

Dios promete ser nuestro Dios. Versículo 38: “Y me serán por pueblo, y yo seré a ellos por Dios.” Todas las promesas para su pueblo se resumen en esta: “Yo seré vuestro Dios.” Esto es, Yo usaré todo lo que soy como Dios—toda mi sabiduría, todo mi poder, y todo mi amor—para asegurar que sigan siendo mi pueblo. Todo lo que soy como Dios, ejerceré por vuestro bien.

2. Dios Promete Cambiar Nuestros Corazones

Dios promete cambiar nuestros corazones y hacernos amarle y temerle. Versículo 39: “Y les daré un corazón, y un camino, para que me teman perpetuamente . . . (v. 40b) Y pondré mi temor en el corazón de ellos.” En otras palabras, Dios no sólo se quedará viendo si nosotros, por nuestros propios poderes, le temamos; él nos dará soberana, suprema y misericordiosamente el corazón que necesitamos tener, y nos dará la fe y el temor de Dios que nos llevará al hogar celestial. Esto es gracia soberana y sustentadora. (Vea Deuteronomio 30:6; Ezequiel 11:19-20; 36:27.)

3. Dios Promete que No Nos Alejaremos de Él

Dios promete que él no se apartará de nosotros ni nosotros de él. Versículo 40: “Y haré con ellos pacto eterno, que no me volverá atrás de hacerles bien, y pondré mi temor en el corazón de ellos, para que no se aparten de mí.” En otras palabras, el trabajo que hace en nuestro corazón es tan poderoso que él garantiza que no nos apartaremos de él. Esto es lo que es nuevo acerca del nuevo pacto: Dios promete realizar, en su poder, las condiciones que nosotros tenemos que cumplir. Tenemos que temerle y amarle y confiar en él. Y él dice, Yo me encargaré. Yo “pondré el temor a mí en sus corazones”—no para ver lo que harán con ello, sino en forma tal que “ellos no se apartarán de mí.” Esto es gracia soberana y sustentadora.

4. Dios Promete Hacer Esto con Vehemencia Infinita

Finalmente, Dios promete hacer esto con la más grande vehemencia imaginable. Él expresa esto en dos formas, una al principio y otra al final del versículo 41: “Y me alegraré con ellos haciéndoles bien, y los plantaré en esta tierra en verdad, de todo mi corazón y de toda mi alma.” Él dice primero que ejecutará su gracia soberana y sostenedora con alegría: “Y me alegraré con ellos haciéndoles bien.” Después dice (al final del versículo 41) que él ejecutará su gracia soberana, sostenedora “con todo [su] corazón y con toda [su] alma.”

¿Qué tan Grande es el Deseo de Dios para Hacerle Bien?

Él se regocija en sostenerle y se regocija con todo su corazón y con todo su alma. Ahora le pregunto, no con alguna exageración de sermón o acierto teórico o con algún sentido de exageración en absoluto—le pregunto, le reto, ¿puede usted concebir una intensidad de deseo que es mayor que un deseo facultado por “todo el corazón y todo el alma de Dios”? Suponga que tomó todo el deseo por la comida y sexo y dinero y fama y poder y sentido y amigos y seguridad en los corazones y almas de todos los seres humanos en la tierra—digamos cerca de seis billones—y usted pone todo ese deseo, multiplicado por todos esos seis billones de corazones y almas, dentro de un contenedor. ¿Cómo se compararía al deseo de Dios para hacerle el bien implícito en las palabras, “contodo su corazón y con todo su alma”? Se compararía como un dedal con el Océano Pacífico. Porque el corazón y el alma de Dios son infinitos. Y los corazones y las almas del hombre son finitos. No existe mayor intensidad que la intensidad de “todo el corazón, y toda el alma de Dios.”

Y esa es la intensidad del gozo que él tiene en sostenerle a usted con gracia soberana: “Y me alegraré con ellos haciéndoles bien . . . con todo mi corazón y toda mi alma.” Algunos de ustedes pueden estar saboreando la dulzura de esta gracia por primera vez esta mañana. Esa es la obra del Espíritu Santo en su vida, y le insto a ceder a ella y a ser dominado por la gracia soberana y sostenedora.
Otros de ustedes han vivido en esta dulce convicción por décadas y simplemente se unen conmigo esta mañana en el regocijo sobre esta gloriosa realidad en nuestras vidas. Les invito a todos a cantar conmigo, a bendecir al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo por la gracia soberana y sustentadora que nos ha sostenido como una iglesia por 125 años y guardará a los escogidos de Dios en la fe hasta que Jesús venga o nos llame.

No la gracia para vedar lo que no es alegría,
Ni huir de la angustia, más bien diría:
La gracia que ordena nuestro problema y nuestro penar,
Y luego, en la oscuridad, está ahí para sustentar.

Bendigamos juntos al Señor con el himno #9, “Cantad Alabanza al Padre”—y cuando lleguemos al verso 3, deléitese conmigo en esta verdad que el Espíritu fortalece, y persuade, y subyuga, y sella y nos presenta sin mancha ante Dios.

Translated by GospelTranslations.org.
By John Piper. © Desiring God. Website: DesiringGod.org.

Prédica de Prosperidad: Engañosa y Mortal

Friday, December 12th, 2008

Cuando leo acerca de estas iglesias que predican prosperidad, mi respuesta es: “Si no fuera cristiano, no quisiera serlo.” En otras palabras, si éste es el mensaje de Jesús, no gracias.

Atraer a la gente hacia Cristo para hacerlos ricos es engañoso y mortal. Es engañoso porque cuando Jesús mismo nos convocó, dijo cosas como esta: “Cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que tiene, no puede ser mi discípulo” (Lucas 14:33.) Y es mortal, porque el deseo de hacerse rico, provoca que “la gente se desplome en la ruina y en la destrucción” (Timoteo 6:9.) Asi que, he aquí mi súplica a los predicadores del Evangelio.

1. No desarrollen una filosofía de ministerio que dificulta a la gente llegar al cielo.

Jesús dijo ¡“Cuan difícil será para aquellos que posean riquezas, entrar en el Reino de Dios!” Sus discípulos estaban atónitos, como lo deberían estar los muchos que están involucrados en el movimiento de “prosperidad”. Entonces, Jesús siguió aumentando la sorpresa cuando dijo: ”Es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja que una persona rica entre al en Reino de Dios.” Ellos respondieron con escepticismo, ¿”Entonces, quién puede ser salvado?” Jesús dice: “Para el hombre es imposible, pero no lo es para Dios, ya que todas las cosas son posibles para Dios” (Marcos 10:23-27.)

Mi pregunta para los predicadores de prosperidad es: ¿Por qué querrían desarrollar un foco de ministerio que dificulta que la gente llegue al cielo?

2. No desarrollen una filosofía de ministerio que enciende en la gente deseos de suicidio.

Pablo dijo, “Existe gran ganancia en la piedad con alegría, ya que nosotros no hemos traído nada al mundo, y no podemos tomar nada del mundo. Pero si tenemos alimentos y vestido, con ello estaremos contentos.” Pero luego advirtió contra el deseo de ser rico. E implícitamente, advirtió contra los predicadores que instigan el deseo de ser ricos en ves de ayudar a la gente deshacerse de ello. Advirtió: “Aquellos que desean ser ricos, caen en la tentación, en la trampa, en muchos deseos insensibles y dañinos que desploman a la gente en la ruina y en la destrucción. Ya que el amor por el dinero es la raíz de todos los males. Es a través de este antojo que algunos han vagado alejándose de la fe y se han retorcido por las puñaladas” (1 Timoteo 6:6-10.)

Entonces, mi pregunta a los predicadores de prosperidad es: ¿Por qué querrían desarrollar un ministerio que incentiva a la gente retorcerse sintiendo puñaladas y a desplomarlos en la ruina la destrucción?

3. No desarrolle una filosofía de ministerio que incentive la vulnerabilidad donde la polilla y el oxido destruyen.

Jesús advierte contra el esfuerzo de almacenar tesoros en la tierra. Es decir, Él nos dice que seamos generosos y no acumuladores de fortuna. “Desean almacenar tesoros para si mismos en la tierra donde a polilla y el oxido la destruyen y donde los ladrones entran en sus hogares y roban, en vez, acumulen tesoros para el cielo, donde ni la polilla ni el oxido destruyen y done los ladrones no entran a robar” (Mateo 6:19.)

Si, todos nos quedamos con algo. Pero, dada la tendencia en nosotros respecto a la avaricia, ¿por qué quitar la mirada de en Jesús y voltearlo al revés?

4. No desarrollen una filosofía de ministerio que hace que el trabajo duro sea un medio para amasar fortuna.

Pablo dijo que no debemos robar. La alternativa radicaba en trabajo duro con nuestras propias manos. Pero el propósito principal no era meramente acumular o aun poseer. El objetivo radicaba en “tener para dar.”Dejen que el Señor les dé trabajo para que trabajen con sus manos, que tenga que dárselo a aquel que lo necesita” (Efesios 4:28) Esta no es una justificación para volverse rico a los fines de dar más. Es una convocatoria para hacer más y guardar menos, de tal modo que puedas dar más. No hay motivo para que una persona que gana $ 200.000 debiera vivir de un modo distinto de aquel que gana $80.000. Encuentre un estilo de vida como en tiempos de guerra, reduzca sus gastos y luego regala el resto.

¿Por qué querría Ud. incentivar a la gente a pensar que deberían poseer riqueza para ser donantes generosos? ¿Por qué no incentivarlos que lleven una vida simple y ser aun un donante más generoso? ¿No añadiría a su generosidad el testimonio que Cristo, y no las posesiones, es su tesoro?

5. No desarrolle una filosofía de ministerio que promueva menos fe en las promesas de Dios de ser para nosotros lo que el dinero no puede ser

La razón por el cual el escritor para los hebreos nos dice que debemos estar contentos con lo que tenemos radica en que lo opuesto implica menos fe en las promesas de Dios. Él dice: “Mantén tu vida libre del amor por el dinero y se feliz con lo que tienes ya que él ha dicho, ‘Jamás os abandonaré ni fallaré’ De tal modo que con confianza decimos “El Señor es mi Salvador, no temeré, ¿qué me pueden hacer los hombres?” (Hebreos 13:5-6.)

Si la Biblia nos dice que estar contentos con lo que tenemos honra la promesa de Dios que jamás nos fallará, ¿por qué desearíamos enseñar a la gente desear ser rica?

6. No desarrolle una filosofía de ministerio que contribuya a que su gente sea ahorcada hasta morir.

Jesús nos advierte que la palabra de Dios, la cual es dada para darnos vida, puede ser ahorcada y desgarrada de cualquier efectividad por parte de las riquezas. Él dice que es como una semilla que crece entre espinas y es ahorcada hasta la muerte. “Ellos son los que escuchan, pero a medida que recorren su camino son ahorcados por los… ricos… de la vida y su fruto no madura.” (Lucas 8:14.)

¿Por qué querríamos incentivar a la gente a perseguir la misma cosa que Jesús advierte que nos ahorca hasta la muerte?

7. No desarrolle una filosofía de ministerio que quite el sazón a la sal y ponga la luz bajo un balde.

¿Qué es lo que hace que los cristianos sean la sal de la tierra y la luz del mundo? No es la riqueza. El deseo de riqueza y el perseguir la riqueza tiene el sabor y luce tal como el mundo. No ofrece al mundo nada distinto de lo que ya cree. La gran tragedia de predicar la prosperidad es que la persona no tiene que estar espiritualmente despierta para poder abrazarla, sólo se necesita ser ambicioso. Hacerse rico en nombre de Jesús no es la sal de la tierra ni la luz del mundo. En esto, el mundo simplemente ve un reflejo de si mismo. Y si funciona, lo compran.

El contexto de lo dicho por Jesús nos muestra qué son la sal y la luz. Son la alegre voluntad de sufrir por Cristo. He aquí lo que dijo Jesús: “Benditos sean los que son injuriados y perseguidos y sufran todo tipo de males en su contra debido a mi nombre. Regocijaos y estén contentos ya que su recompensa es grande en el cielo por eso persiguieron a los profetas que vinieron antes que Uds. Uds. Son la sal de la tierra… Uds. Son la luz del mundo.” (Mateo 5:11-14.)

Lo que hará que el mundo prueba (la sal) y vea (la luz) de Cristo en nosotros no es que amemos la riqueza como ellos. En vez, será la voluntad y la habilidad de los cristianos de amar a los demás a través del sacrificio, regocijándose porque su recompensa está en el cielo con Jesús. Esto es inexplicable en términos humanos. Es sobrenatural. Pero, atraer a la gente con promesas de prosperidad es simplemente natural. No es el mensaje de Jesús. No es por lo que Él murió para lograr.

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