Archive for June, 2009

En Busca de la Dicha

Monday, June 22nd, 2009

Seis Verdades Bíblicas

¿Sabía que Dios nos manda ser alegres?

“Que el Señor sea tu único deleite y Él colmará los deseos de tu corazón” (Salmo 37:4)

1) Dios nos creó para su gloria

“Trae de lejos mis hijos, y mis hijas de los confines de la tierra,… para gloria mía los he creado” (Isaías 43:6-7)

Dios nos creó para magnificar su grandeza, de la misma manera en que los telescopios magnifican las estrellas. Él nos creó para manifestar su bondad, confianza, belleza, sabiduría y justicia. La manifestación más grande de la gloria de Dios proviene del placer profundo en todo lo que Él es. Esto significa que Dios obtiene la alabanza y nosotros el placer. Dios nos creó de tal manera que Él es más glorificado en nosotros cuando estamos más satisfechos en Él.

2) Cada ser humano debe vivir para la gloria de Dios

“Si, pues, coméis o bebéis o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios” (1 Corintios 10:31)

Si Dios no creó para su gloria, está claro que debemos vivir para su gloria. Nuestro deber viene de su diseño. Entonces nuestra obligación principal es mostrar el valor de Dios al estar satisfechos con todo lo que Él es para nosotros. Ésta es la esencia de amar a Dios (Mateo 22:37) y confiar en Él (1 Juan 5:3-4) y estar agradecidos con Él (Salmo 100:2-4). Es la raíz de toda la obediencia verdadera, especialmente amar a otros (Colosenses 1:4-5).

3) Todos hemos fallado en glorificar a Dios como deberíamos

Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23)

¿Qué significa que “están destituidos de la gloria de Dios”? Significa que ninguno de nosotros ha confiado y atesorado a Dios de la manera en que deberíamos. No hemos estado satisfechos con su grandeza ni caminado en sus caminos. Hemos buscado nuestra satisfacción en otras cosas y las hemos tratado como más valorables que Dios, lo cual es la esencia de la idolatría (Romanos 1:21-23). Desde que el pecado vino al mundo nos hemos resistido a tener a Dios como nuestro tesoro que totalmente satisface (Efesios 2:3). Ésta es una ofensa espantosa a la grandeza de Dios (Jeremías 2:12-13).

4) Todos estamos sujetos a la condena justa de Dios

“Porque la paga del pecado es muerte…” (Romanos 6:23)

Hemos subestimado la gloria de Dios ¿Cómo? Al preferir otras cosas antes que a Él. Por medio de nuestra ingratitud, desconfianza y desobediencia. Entonces Dios está a punto de expulsarnos de la dicha de su gloria para siempre. “Los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder” (2 Tesalonisenses 1:9).

La palabra “infierno” se utiliza en el Nuevo Testamento doce veces; once veces por el mismo Jesús. No es un mito creado por predicadores sombríos y enojados. Es una advertencia solemne del Hijo de Dios quien murió para liberar a los pecadores de su maldición y lo ignoramos bajo un gran riesgo.

Si la Biblia se terminara aquí en su análisis de la condición humana, estaríamos condenados a un futuro sin esperanza. Sin embargo, no es aquí donde termina…

5) Dios mandó a su único hijo Jesús a brindar vida eterna y dicha

Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores…” (1 Timoteo 1:15)

La buena noticia es que Cristo murió por pecadores como nosotros y Él se alzó físicamente de la muerte para validar el poder salvador de su muerte y para abrir las puertas de la vida y dicha eterna (1 Corintios 15:20). Esto significa que Dios puede absolver la culpa de los pecadores y aún ser justo (Romanos 3:25-26). “Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios” (1 Pedro 3:18). Regresando a casa con Dios es donde se encuentra toda satisfacción profunda y duradera.

6) Los beneficios obtenidos por la muerte de Cristo pertenecen a aquellos quienes se arrepienten y confían en Él

“Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados” (Hechos 3:19)  “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo” (Hechos 16:31)

“Arrepentíos” significa apartarse de todas las falsas promesas del pecado. “Fe” significa estar satisfecho con todo lo que Dios nos prometió que sería para nosotros en Jesús. “Aquél que cree en mi” dice Jesús “nunca tendrá sed” (Juan 6:35). Nosotros no ganamos nuestra salvación, no la ameritamos (Romanos 4:4-5). Es por la gracia a través de la fe (Efesios 2:8-9). Es un regalo (Romanos 3:24). La tendremos si la deseamos sobre todas las cosas (Mateo 13:44). Cuando hacemos eso, la misión de Dios en la creación es cumplida: Él es glorificado en nosotros y nosotros estamos satisfechos en Él para siempre.

¿Tiene sentido para usted?

¿Desea la clase de gozo que proviene de estar satisfecho con todo lo que Dios es para usted en Jesús? Si es así, entonces Dios está trabajando en su vida.

¿Qué debe hacer?

Apártase de las falsas promesas del pecado. Llame a Jesús para que le salve de la culpa y castigo y tormenta. “Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo” (Romanos 10:13). Empieza a bancar su esperanza en todo lo que Dios es para usted en Jesús; rompe el poder de las promesas del pecado por medio de la fe en la satisfacción superior de las promesas de Dios. Empieza a leer la biblia para encontrar sus grandiosas y preciosas promesas, las cuales le pueden liberar (2 Pedro 1:3-4). Encuentra una iglesia que crea en la Biblia y empieza a alabar y a crecer junto con otras personas que atesoran a Cristo sobre todas las cosas (Filipenses 3:7).

La mejor noticia del mundo es que no hay necesariamente un conflicto entre nuestra felicidad y la santidad de Dios. Estando satisfechos con todo lo que Dios es para nosotros en Jesús, lo magnifica como gran Tesoro.

“Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre.” (Salmo 16:11)

Más recursos: GospelTranslations.org.
By John Piper. © Desiring God. Website: desiringGod.org.

El Libro de Job: ¿Por qué sufren los justos?

Monday, June 8th, 2009

En el campo de los estudios bíblicos, existen cinco libros que normalmente son incluidos bajo el título de “literatura de sabiduría” o “los libros poéticos del Antiguo Testamento”. Estos son los libros de Proverbios, Salmos, Eclesiastés, Cantares de Salomón, y Job. De estos cinco libros, hay uno que sobresale, manifestando diferencias significativas respecto a los otros cuatro. Ése es el libro de Job. La sabiduría que se encuentra en el libro de Job no es comunicada en forma de proverbio. Más bien, el libro de Job trata las cuestiones de la sabiduría en el contexto de una narrativa que trata la profunda angustia y el dolor insoportable de Job. El escenario de esta narrativa es el tiempo de los patriarcas. Se han levantado preguntas acerca de la intención autorial de este libro, en cuanto a si estaba destinado a ser una narración histórica de un individuo real o si su estructura básica es aquella de un drama con un prólogo, incluyendo una escena de apertura en el cielo, conteniendo un discurso entre Dios y Satanás, y moviéndose de una forma gradual al epílogo, en el que son repuestas las profundas pérdidas sufridas por Job durante sus pruebas.

En cualquier caso, en el corazón del mensaje del libro de Job está la sabiduría respecto a la respuesta a la pregunta de cómo Dios está involucrado en el problema del sufrimiento humano. En cada generación protestas son levantadas diciendo que si Dios es bueno, entonces no debería haber dolor, ni sufrimiento o muerte en este mundo. Junto con estas protestas contra cosas malas que le suceden a gente buena, también han habido intentos de crear un cálculo de dolor, por el cual se asume que el umbral de sufrimiento en un individuo es directamente proporcional al grado de su culpa o del pecado que ha cometido.

Una respuesta rápida a esto es hallada en el capitulo noveno de Juan, donde Jesús responde a la pregunta de los discípulos acerca del origen del sufrimiento del hombre ciego de nacimiento.

En el libro de Job, el personaje es descrito como un hombre justo, de hecho el hombre más justo que se puede encontrar en la tierra, pero a quien Satanás afirma que él es justo únicamente para recibir bendiciones de la mano de Dios. Dios ha puesto un cerco alrededor de él y lo ha bendecido más que al resto de los mortales, y como resultado el Diablo acusa a Job de servir a Dios solo por la generosa retribución que recibe de su Hacedor. El reto viene del malvado, a que Dios quite el cerco de protección y compruebe si Job empezará entonces a maldecir a Dios. A medida que la historia se desarrolla, el sufrimiento de Job va en una rápida progresión de mal a peor. Su sufrimiento es tan intenso que él se encuentra a si mismo sentado en un montón de estiércol, maldiciendo el día que nació, y gritando a los cuatro vientos su dolor incesante. Su sufrimiento es tan grande que incluso su esposa le aconseja que maldiga a Dios, para que se pueda morir y ser aliviado de su agonía. Lo que se desarrolla mas adelante en la historia es el consejo dado a Job por los amigos de Job, Elifaz, Bildad y Zofar. Su testimonio muestra cuán hueca y superficial es su lealtad por Job, y lo presuntuosos que son al asumir que la innombrable miseria de Job se debe a una degeneración radical en carácter de Job. El consejo a Job alcanza un nivel más alto con algunas consideraciones profundas de Eliú. Eliú da varios discursos que tienen muchos elementos de sabiduría bíblica. Pero la sabiduría final que se encuentra en este gran libro no viene de los amigos de Job ni de Eliú, sino de Dios mismo. Cuando Job demanda una respuesta de Dios, Dios le responde con esta reprensión, “¿Quién es este que oscurece los consejos con palabras sin conocimiento? Vístete para la acción como un hombre; Yo te preguntaré, y tú me harás saber” (Job 38:1–3). Lo que sigue a esta reprensión es la interrogación más intensa al que un hombre ha sido llevado por el Creador. A primera vista casi parece que Dios está provocando a Job, tanto que Él dice, “¿Dónde estabas tú cuando yo echaba los cimientos de la tierra? (v. 4). Dios levanta pregunta tras pegunta de esta manera. ¿Puedes atar las cadenas de las Pléyades? ¿O aflojar el cinturón de Orión? ¿Puedes conducir a los Mazzaroth en su temporada, o puedes guiar la Osa con sus hijos?” (v. 31–32). Obviamente, la respuesta a estas preguntas retóricas que vienen con la rapidez de una ametralladora es siempre, “No, no, no.” Dios machaca en la inferioridad y subordinación de Job con Su interrogatorio. Dios continua con pregunta tras pregunta acerca de la habilidad de hacer cosas que Job no puede hacer pero que Dios claramente puede hacerlas.

En el capítulo 40, Dios finalmente le dice a Job, “¿Debería un criticón luchar contra el Todopoderoso? Él que reprende a Dios, responda a esto” (v. 2). Ahora, la respuesta de Job no es de demanda desafiante de respuestas a su miseria. Más bien dice, “He aquí, yo soy insignificante; ¿qué puedo yo responderte? Mi mano pongo sobre la boca. Una vez he hablado, y no responderé; aun dos veces, y no añadiré más.” (v. 4–5). Y una vez más Dios prosigue la interrogación y va aún más profundo en el fuego rápido de la interrogación que muestra el contraste abrumador entre el poder de Dios, quien es conocido en Job como El Shaddai, y contrastante la impotencia de Job. Finalmente, Job confiesa que esas cosas eran demasiado maravillosas. Él dice, “He sabido de ti sólo de oídas, pero ahora mis ojos te ven. Por eso me retracto, y me arrepiento en polvo y ceniza.” (42:5–6).

Lo que se debe notar en este drama, es que Dios nunca responde directamente a las preguntas de Job. No dice, “Job, la razón por la que has sufrido es esta o aquella”. Más bien, los que Dios hace en el misterio de la iniquidad de un sufrimiento tan profundo, es que Él responde a Job con Sí mismo. Esta es la sabiduría que responde a la pregunta del sufrimiento — no la respuesta de porqué tengo que sufrir de un modo particular, en un momento particular, y en una circunstancia particular, sino dónde descansa mi esperanza en medio del sufrimiento.

La respuesta a esto proviene claramente de la sabiduría del libro de Job, que concuerda con las demás premisas de la literatura de sabiduría: el temor del Señor, la asombro y la reverencia ante Dios, es el principio de la sabiduría. Y cuando estamos perplejos y confundidos por cosas de este mundo que no podemos entender, no buscamos respuestas específicas a preguntas específicas, sino que buscamos conocer a Dios en Su santidad, en Su rectitud, en Su justicia, y en Su misericordia. He aquí la sabiduría que se encuentra en el libro de Job.

Más recursos: GospelTranslations.org.
By R.C. Sproul. © Ligonier Ministries. Website: Ligonier.org.