Archive for February, 2009

Dolor: El Megáfono de Dios

Friday, February 20th, 2009

Por sesenta años, generaciones sucesivas han sido beneficiadas por lo que C.S. Lewis escribió en el tema del dolor y sufrimiento. Los beneficios que se han mantenido, son debido en larga medida al hecho que el trajo al “problema” una sólida dosis de realismo cristiano. Esta medicina puede que sea más importante ahora que nunca. Es común ver como predicadores de televisión informan a su audiencia que Dios “no quiere que usted se enferme.” Es difícil imaginar que tal aseveración pruebe ser de estimulo para aquellos que están confinados a sillas de ruedas, o sufriendo a largo plazo debido a la esclerosis múltiple. A lo mejor, estos predicadores están confundidos. La Biblia hace una distinción entre el ahora de nuestro peregrinar terrenal y el después de nuestra morada celestial. El día viene cuando no habrá más muerte ni luto ni llanto ni dolor. Pero como cualquier honesto observador de la condición humana puede admitir, ese día no ha llegado. Mientras que la mayoría de nosotros probablemente no se está enfrentando a la “rutina desgarradora de la miseria monótona,” como lo diría C. S. Lewis, pocos de nosotros estamos exentos de pruebas de varios tipos.

Aunque la prueba pueda aparecerse en el disfraz de un enemigo, en realidad probará ser un amigo. Santiago, el escritor bíblico, anima a sus lectores a que cuando se enfrenten a pruebas, les den la bienvenida como amigas en vez de resentirse a ellas como intrusas. En vez de correr y escondernos las debemos encarar sabiendo que ellas vienen a probarnos y a mejorarnos. Lewis no discute que el sufrimiento es bueno en si mismo. En vez, el apunta al efecto redentor y santificador del sufrimiento.

Treinta y dos años de ministerio pastoral me han traído en contacto directo con aquellos cuya experiencia del dolor y sufrimiento ha probado ser una severa misericordia. Me recuerdo de un físico nuclear en nuestra iglesia en Escocia, que asistió por deferencia a su esposa y sus tres jóvenes hijas. Él escuchaba los sermones con un aire de cortés indiferencia; él aceptó una copia del libro Cristianismo Básico de John Stott, pero se mantuvo firme en su caparazón científico. Fue solamente hasta que su cuarto hijo, muriera a los once meses que el megáfono sonó. Reconociendo que su cosmovisión era inadecuada para tratar con la tragedia y la perdida, él se encontró a si mismo alcanzando mas allá de su tierra de sombras para encontrarse a si mismo siendo alcanzado en el abrazo del Dios que estaba ahí. Por esta terrible necesidad de tribulación Dios conquistó su voluntad rebelde y lo trajo al lugar de paz.

También es verdad que Dios usa el sufrimiento para destetar a Sus hijos de las fuentes convincentes de falsa felicidad. El cristiano puede que se adormezca en el sol pero no se quedará dormido en el fuego o en la inundación. Cada uno de nosotros debe reconocer que fácil es pensar poco de Dios cuando todo esta bien en lo exterior. Pero qué cambio ocurre cuando, por ejemplo, la biopsia resulta positiva. Una ráfaga aguda de ansiedad viene a destruir cualquier ilusión de autosuficiencia. Cuan bueno es Dios al levantarnos y al traernos a un lugar de dependencia.

Nuestra experiencia del dolor, si es santificada, creara una conciencia de las pruebas que otros encaran y una ternura en nuestro trato. Cuando nuestro dolor y decepciones se convierten en la ocasión para suavizar nuestros corazones, podemos anticipar el privilegio de sobrellevar el padecimiento de otros. Jesús, el Príncipe de los pastores, nuestro Gran Sumo Sacerdote, es “conmovido con las emociones de nuestros padecimiento,” y Él nos ha dejado un ejemplo a seguir. Nos debería preocupar grandemente cuando aquellos de nosotros que habiendo sido llamados a enseñar y a liderar fallan en demostrar gentileza y compasión por el débil y el frágil. Aunque yo solamente he sumergido un dedo en el mar del sufrimiento, es aparente de inmediato que Dios usa las solitarias horas de la noche para enseñarnos lecciones que nunca aprendimos en nuestras horas más iluminadas y saludables. Nos levantamos para confirmar la observación de William Cowper cuando dijo: “detrás de la providencia que frunce el ceño, Dios esconde una cara sonriente.”

Yo solamente he comenzado a tocar la superficie de este tema. Debo dejar que el lector considere dos cosas. Primero, considera como el sufrimiento y el dolor regularmente prueban ser los medios de Dios para disciplina y como es que en esta disciplina encontramos una evidencia y un sello de nuestra adopción. (Ver Heb.12:5). Segundo, considera el elemento correctivo en la aflicción como fue referenciada por el salmista (Sal. 119:67, 71).

Lewis nos ayuda a darnos cuenta que cuando el megáfono del dolor suena en nuestras vidas y en las vidas de nuestros amigos y vecinos no creyentes, no debemos atrevernos a responder con alguna forma de triunfalismo superficial o descender al abismo del pesimismo. Si aquellos que sus vidas esta marcadas por tal desesperación, los que están dolorosamente consientes de sus pruebas y sufrimientos, van a buscar a los cristianos por ayuda, no deberá ser porque parece que vivimos vidas que están libres de pruebas sino porque somos honestos acerca de nuestros propios sufrimientos y dificultades. No trataremos de tener una respuesta para cada pregunta ya que sabemos que Dios tiene sus secretos (Deut. 29:29). Afirmaremos que aún en el misterio de Sus propósitos conocemos de la seguridad de su amor, y trataremos de presentar a otros nuestro Dios, el cual entró en nuestros dolores y sufrimientos.

Más recursos: GospelTranslations.org.
By Alistair Begg. © Ligonier Ministries. Website: Ligonier.org.

¿Quién, a través de su obediencia y muerte, pone de manifiesto que Dios está completamente por nosotros?

Friday, February 13th, 2009

Parte de la conclusión del nuevo libro: El futuro de la justificación

Nuestra única esperanza ante las demandas radicales de la vida cristiana es que Dios está completamente por nosotros, ahora y para siempre. Por consiguiente, Dios no ha decretado que la vida cristiana sea la base de nuestra esperanza de que Dios está por nosotros. Esa base es la muerte y justicia de Cristo, y se considera nuestra sólo por medio de la fe. Todo castigo que debiera haber caído sobre nosotros a causa de nuestro pecado, lo sufrió Cristo por nosotros en la cruz. Y toda obediencia que Dios requiere de nosotros, para que Él, como nuestro Padre, pudiera estar completa y eternamente por nosotros, y no en contra de nosotros, lo ha logrado Cristo, en nuestro lugar, por medio de su perfecta obediencia a Dios.

Ése castigo y ésa obediencia (no toda obediencia) se han cumplido y quedan en el pasado. Nunca cambiarán. Nuestra unión con Cristo y el disfrute de estos beneficios han sido asegurados para siempre. Dios establece nuestra unión con Cristo sólo por medio de la fe. Esta unión nunca fallará, porque en Cristo, Dios está por nosotros, como un Padre omnipotente que sostiene nuestra fe y hace que todas las cosas ayuden para nuestro bien eterno. El único medio a través del cual Dios preserva nuestra unión con Cristo es la fe en Cristo—el acto estrictamente recibidora del alma.

El Lugar de Nuestras Buenas Obras en los Propósitos de Dios

Nuestras buenas obras de amor no causan ni aumentan que Dios sea para nosotros como un Padre comprometido a darnos gozo eterno en su presencia. Ese compromiso paternal de estar por nosotros de esta manera fue establecido una vez por siempre y para todos por medio de la fe y unión con el Hijo de Dios. En su Hijo, la perfección y el castigo que se requerían de nosotros pertenecen al pasado y son inmutables. Esta perfección y castigo fueron realizados por Cristo en su obediencia y muerte, no pueden ser cambiados ni aumentados en suficiencia y valor.

Nuestra relación con Dios es con Aquél que se ha hecho por nosotros como un Padre omnipotente comprometido a hacer que todas las cosas ayuden a bien para deleitarnos eternamente en Él. Esta relación fue establecida en el momento de nuestra justificación, cuando Dios quitó su ira justa de nosotros, y nos atribuyó la obediencia de su Hijo, considerándonos como justos en Cristo, y perdonando todos nuestros pecados, porque la pena de éstos fueran pagados en de la muerte de Jesús.

Por lo tanto, la función de nuestra propia obediencia, que emana de la fe—es decir, nuestras buenas obras producidas como fruto del Espíritu Santo—es hacer manifiesto el valor de Cristo y Su obra sustitutoria en tomar nuestro castigo e imputarnos su justicia. El propósito de Dios en el universo no es sólo el ser infinitamente digno, sino ser manifestado como infinitamente digno. Nuestras obras de amor, que fluyen de la fe, son la manera en que la fe en Cristo muestra el valor del objecto de nuestra fe. Los sacrificios de amor por el bien de otros muestran el valor todo-satisfactorio de Cristo como Aquél cuya sangre y justicia establece el hecho de que Dios está siempre por nosotros.

Todos los beneficios de Cristo —todas las bendiciones que Dios nos da al estar por nosotros y no contra nosotros— se basan en la obra redentora de Cristo como nuestro Sustituto. Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? Confiados de esto — que Dios es nuestro Padre omnipotente y que está comprometido a hacer que todas las cosas ayuden a bien para deleitarnos eternamente en Él — amaremos a otros. Dios ha diseñado y ordenado las cosas de tal manera que la fe invisible, la cual cree en Cristo como infinitamente digno, dé fruto a obras de amor que hacen que el valor de Cristo sea visible. Por lo tanto, nuestros sacrificios de amor no toman ninguna parte en establecer el hecho de que Dios está completamente por nosotros, ahora y para siempre. Es todo lo contrario: El hecho de que Dios está por nosotros establece nuestros sacrificios de amor. Si Él no estuviese completamente por nosotros, no perseveraríamos en la fe y por consiguiente no podríamos hacer sacrificios de amor.

Nuestro modo de pensar acerca de nuestras buenas obras debe siempre de ser: Estas obras son el resultado de que Dios está completamente por nosotros. Éso es lo que la sangre y justicia de Cristo ha asegurado y garantizado para siempre. Por lo tanto, debemos resistir toda tendencia de pensar de nuestras obras como algo que establece o asegura el hecho de que Dios está siempre por nosotros. Es siempre lo contrario. Porque Él está por nosotros, Él sostiene nuestra fe. Y por medio de esa obra que sostiene nuestra fe, el Espíritu Santo produce el fruto de amor.

Evitar una doble tragedia

Sería una doble tragedia el pensar que nuestras obras de amor aseguran el hecho de que Dios está completamente por nosotros. No solo enturbiaríamos la mera razón por cual existen estas obras—es decir, para mostrar la belleza y valor de Cristo, cuya sangre y justicia es la garantía única y auto-suficiente de que Dios está por nosotros —sino también estaríamos desacreditando la mismísima cosa que hace que las obras de amor sean posibles— es decir, la seguridad de que Dios está completamente por nosotros, de lo cual nace la libertad y el valor para hacer sacrificios de amor.

Nuestra obediencia no le añadea nada a la obediencia perfecta, bella y toda-suficiente de Cristo para asegurar la realidad de que Dios está por nosotros; sino que manifiesta esa perfección y belleza y suficiencia absoluta. Nuestras obras de amor son tan necesarias como el propósito de Dios para glorificarse a sí mismo. Es decir, son necesarias porque Dios es justo—el tiene un compromiso eterno e inquebrantable para hacer el máximo bien: hacer visible en el mundo el valor infinito de su Hijo.

Más recursos: GospelTranslations.org.
By John Piper. © Desiring God. Website: desiringGod.org.

Una Señal: Unidos y valientes con el don del sufrimiento

Friday, February 6th, 2009

Una Meditación sobre Filipenses 1:27-30

Solamente comportaos de una manera digna del evangelio de Cristo, de modo que ya sea que vaya a veros, o que permanezca ausente, pueda oír que vosotros estáis firmes en un mismo espíritu, luchando unánimes por la fe del evangelio, 28 de ninguna manera amedrentados por vuestros adversarios. Lo cual es señal de perdición para ellos, pero de salvación para vosotros, y esto, de Dios. Porque a vosotros se os ha concedido por amor de Cristo, no sólo creer en El, sino también sufrir por El, 30 sufriendo el mismo conflicto que visteis en mí, y que ahora oís que está en mí.

Yo dirigí las oraciones matutinas utilizando éstos versículos recientemente en el Retiro de Oración y Planificación del Personal Pastoral (9 y 10 de enero). Mi meta tenía tres objetivos. Primero, quería profundizar nuestro conocimiento como pastores que el sufrimiento en el servicio de Cristo es nuestra vocación - de hecho un don de Dios. Segundo, quería que viéramos que el sufrimiento con unidad y valor en la causa del evangelio es una señal. Tercero, quería inspirarnos a colaborar juntos y trabajar lado a lado con toda nuestra fuerza por la causa de Cristo y el pueblo de Belén en el 2006. Únase a nosotros en nuestra visión.

Primero, el sufrimiento en el servicio a Cristo es un don de Dios y parte de nuestra vocación como pastores. Versículo 29: Porque a vosotros se os ha concedido por amor de Cristo, no sólo creer en El, sino también sufrir por El”. Este versículo dice que la fe y el sufrimiento son dones de Dios. Y el énfasis recalca en el don del sufrimiento: “Porque a vosotros se os ha concedido por amor de Cristo, no sólo creer en El, sino también sufrir por El.

Esto se les dice a los creyentes. Por lo tanto, también aplica a nosotros como pastores. Parte de nuestra vocación como cristianos es de creer y sufrir en el servicio a Cristo. Aun más en nuestra vocación como líderes’.””Como dice en 2 Corintios 1:6: “Pero si somos atribulados, es para vuestro consuelo y salvación; o si somos consolados, es para vuestro consuelo, que obra al soportar las mismas aflicciones que nosotros también sufrimos.” Eso era lo que yo quería que viéramos. El sufrimiento es nuestra vocación, nuestro don de Dios. No es una maldición. Es un don.

Segundo, es una señal cuando toleramos este sufrimiento con unidad y valor. Observen la unidad y valor de los Filipenses en los Versículos 27-28. Ellos “siguen firmes en un mismo espíritu, luchando unánimes por la fe del evangelio, y sin temor alguno a sus adversarios. Es para ellos (los adversarios) una señal clara de su destrucción, para vosotros, en cambio, es señal de salvación y eso proviene de Dios.”

La unidad se enfatiza en las frases “un mismo espíritu” y “unánimes combatiendo juntamente.” El valor se enfatiza en la frase ” y en nada intimidados.” El hecho de que esta unidad y valor se manifiestan frente al sufrimiento se ve primero en las palabras “sus adversarios” y segundo en el hecho de que este versículo es apoyado (ver la palabra “porque”) por el versículo siguiente que dice, “Porque a vosotros es concedido… a padecer por su causa”. En otras palabras: “Sean unidos y valientes ante sus adversarios porque su fe y sufrimiento son un don de Dios.”

Y todo esto es dicho como una “señal”. Es decir, que su unidad y valor ante el sufrimiento es una señal de la destrucción de sus adversarios y de vuestra salvación. La verdad y la gloria de Cristo es vista en su sufrimiento unido y valiente en la causa de Cristo. Esta es nuestra gran meta como pastores y como una iglesia: Demostrar la señal de la suprema verdad y valor de Cristo en nuestro mundo. Todos los adversarios al evangelio serán destruidos y todos los que se acogen a esta verdad serán salvados.

Finalmente, exhorté a nuestros pastores a juntarnos hombro con hombro y luchar unánimes. En la pizarra escribí esta frase, sunathlountes te pistei tou euangeliou. En la primera palabra griega se observa la palabra “atleta”. El prefijo “sun” quiere decir “juntos”. Se traduce como “luchar juntos”. Así que exhorté a que apliquemos fuerza atlética y determinación, hombro con hombro, unánimes, en 2006. Esto hará tolerable nuestro sufrimiento y lo hará bello y provechoso. Y se convertirá en una señal.

Oren por nosotros. Amamos nuestra labor. Comprometemos lo mejor de nosotros por vuestro bien y la gloria de Cristo.

A nombre de todo el personal pastoral, Pastor John

Más recursos: GospelTranslations.org.
By John Piper. © Desiring God. Website: desiringGod.org.